Estados Unidos de América, nadie
se imaginó, lo que significaría como revolución
Tecnología, ni menos las
consecuencias que traería no sólo en el ámbito militar, si no que
también, en otras esferas
socioculturales del hombre, siendo la educación, una de las que
más se vería afectada por este
nuevo invento.
En los últimos años la idea de incorporar diferentes tipos de tecnología en situaciones
de enseñanza aprendizaje ha
provocado diversas reacciones, desde los que creen que el sólo hecho de incluirlas
solucionará todos los problemas existentes, hasta los que consideran
que el vínculo docente alumno, se
verá seriamente afectado. En el caso de Internet, las
expectativas que despierta, son
considerables, un ejemplo de ello, es que el presupuesto
destinado por el Estado de Chile,
para el 2005 al Fondo de Desarrollo Tecnológico, que
alcanzará los 2261 millones de
pesos. Con ello se pretende dotar de banda ancha a
escuelas rurales, entre otros
proyectos, donde la meta es reducir la "brecha tecnológica" y
fomentar la alfabetización
digital, por lo que el problema de acceso a Internet quedaría más o
menos solucionado. La pregunta
es, ¿Sólo necesitamos mejorar la velocidad de las
conexiones? Por supuesto que no.
Lo que aparentemente pareciera ocurrir, es que hemos
cambiado el pizarrón y la tiza,
por tecnología.
La velocidad con que los
adelantos tecnológicos han interferido en la vida cotidiana
del ser humano, han hecho que el
sistema educativo quede algo desfasado en cuanto a la
adaptación que se requiere. No es
sólo tecnología la que se necesita para esto, es también,
recurso humano capacitado,
aprendices que demandan necesidades educativas, que no
siempre son las que el sistema
les puede ofrecer, pero a los cuales están obligados a
responder para continuar con su
formación. De ahí la necesidad de utilizar la tecnología a
favor de estrategias
constructivas que favorezcan la generación de conocimiento y
aprendizaje significativos.
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